Cibersexo: la imaginación al poder
El cibersexo es una forma de sexo virtual en auge en la actualidad. El crecimiento masivo de formas de comunicación virtual ha disparado los encuentros. Muchas personas se conocen en las redes socialescomo Facebook o Juegos Online, conectan, la amistad va a más y con ella, el deseo de intimar.
Salas de conversación chat, servicios de mensajería instantánea, webcams integradas en los ordenadores son el caldo de cultivo perfecto para “jugar”. También hay muchas personas que prefieren este tipo de sexo al sexo real, por ello existen salas de chat exclusivas con el objetivo de reunir personas que desean tener sexo virtualdesde cualquier parte del mundo. También hay juegos en red, como Red Light Center, dedicados al cibersexo y a otros contenidos para adultos. Estos juegos en línea a menudo reciben el nombre de AMMORPGs. Los MUDs son videojuegos de rolen línea ejecutados en un servidor.
Es la base de la que parten los actuales MMORPG, es decir, videojuegos de rol que permiten a miles de jugadores introducirse en un mundo virtual de forma simultánea a través de Internet e interactuar entre ellos. En ellos también hay sexo virtual que recibe el nombre de Mudsex.
El Cibersexo puede practicarse de varias maneras: escribiendo e-mails, mensajes en chats o en servicios de mensajería instantánea; grabaciones de voz; los Mudsex; con una webcam o utilizando juguetes sexuales diseñados para ser manejados a distancia.
Según el doctor Joan Mir Pizà, médico sexólogo y miembro del Grupo de Sexología de SEMERGEN «Es elevadísimo el porcentaje de personas que hacen uso de chats eróticos, en proporción similar en ambos sexos y/o pornografía en la red, con un amplio predominio masculino, ya que el varón se estimula más a través de la vista».
El cibersexo es una forma de sexo virtual en auge en la actualidad. El crecimiento masivo de formas de comunicación virtual ha disparado los encuentros. Muchas personas se conocen en las redes socialescomo Facebook o Juegos Online, conectan, la amistad va a más y con ella, el deseo de intimar.
Salas de conversación chat, servicios de mensajería instantánea, webcams integradas en los ordenadores son el caldo de cultivo perfecto para “jugar”. También hay muchas personas que prefieren este tipo de sexo al sexo real, por ello existen salas de chat exclusivas con el objetivo de reunir personas que desean tener sexo virtualdesde cualquier parte del mundo. También hay juegos en red, como Red Light Center, dedicados al cibersexo y a otros contenidos para adultos. Estos juegos en línea a menudo reciben el nombre de AMMORPGs. Los MUDs son videojuegos de rolen línea ejecutados en un servidor.
Es la base de la que parten los actuales MMORPG, es decir, videojuegos de rol que permiten a miles de jugadores introducirse en un mundo virtual de forma simultánea a través de Internet e interactuar entre ellos. En ellos también hay sexo virtual que recibe el nombre de Mudsex.
El Cibersexo puede practicarse de varias maneras: escribiendo e-mails, mensajes en chats o en servicios de mensajería instantánea; grabaciones de voz; los Mudsex; con una webcam o utilizando juguetes sexuales diseñados para ser manejados a distancia.
Según el doctor Joan Mir Pizà, médico sexólogo y miembro del Grupo de Sexología de SEMERGEN «Es elevadísimo el porcentaje de personas que hacen uso de chats eróticos, en proporción similar en ambos sexos y/o pornografía en la red, con un amplio predominio masculino, ya que el varón se estimula más a través de la vista».
¿Por qué engancha tanto?
El sexo virtual es una fantasía, nos permite evadirnos de la realidad, ser lo que no somos, ser lo que no nos permitimos ser. Disfrutar prácticas sexuales con las que fantaseamos pero no queremos o no podemos llevar a cabo. Es el total dominio de la mente. Inventamos un cuerpo al otro en el caso de que no lo conozcamos, lo magnificamos en el caso de que sí, lo disfrutamos cuando es un personaje de un rol (un caballero medieval, por ejemplo).
Le inventamos una personalidad, unas cualidades, una conexión emocional en muchos casos. La mente es muy poderosa, ya lo vimos cuando hablamos de las fases de la excitación sexual.
El deseo empieza en el cerebro por los propios pensamientos, inducidos por los órganos de los sentidos, especialmente la visión, que estimula áreas del cerebro relacionadas con la fantasía e imaginación. A su vez existenconexiones con centros de control hormonal que secretan testosterona y hormona luteinizante, encargadas de incrementar el deseo sexual. El deseo aumenta, aparece la excitación, el cuerpo segrega más hormonas que crean un intenso placer físico, una fuerte energía sexual.
El pene está duro y palpita, los testículos se endurecen, la zona de la pelvis arde, la tensión muscular se incrementa. La vulva se hincha y se lubrica, el clítoris está erecto, arde el vientre con la energía sexual, los pezones están tan sensibles que el simple roce del sujetador arranca un gemido. La respiración y el corazón se aceleran, el deseo es insostenible, hay que liberarlo a través de un orgasmo por masturbación.
El sexo virtual es una fantasía, nos permite evadirnos de la realidad, ser lo que no somos, ser lo que no nos permitimos ser. Disfrutar prácticas sexuales con las que fantaseamos pero no queremos o no podemos llevar a cabo. Es el total dominio de la mente. Inventamos un cuerpo al otro en el caso de que no lo conozcamos, lo magnificamos en el caso de que sí, lo disfrutamos cuando es un personaje de un rol (un caballero medieval, por ejemplo).
Le inventamos una personalidad, unas cualidades, una conexión emocional en muchos casos. La mente es muy poderosa, ya lo vimos cuando hablamos de las fases de la excitación sexual.
El deseo empieza en el cerebro por los propios pensamientos, inducidos por los órganos de los sentidos, especialmente la visión, que estimula áreas del cerebro relacionadas con la fantasía e imaginación. A su vez existenconexiones con centros de control hormonal que secretan testosterona y hormona luteinizante, encargadas de incrementar el deseo sexual. El deseo aumenta, aparece la excitación, el cuerpo segrega más hormonas que crean un intenso placer físico, una fuerte energía sexual.
El pene está duro y palpita, los testículos se endurecen, la zona de la pelvis arde, la tensión muscular se incrementa. La vulva se hincha y se lubrica, el clítoris está erecto, arde el vientre con la energía sexual, los pezones están tan sensibles que el simple roce del sujetador arranca un gemido. La respiración y el corazón se aceleran, el deseo es insostenible, hay que liberarlo a través de un orgasmo por masturbación.
Adicción al cibersexo
El problema radica en que uno puede volverse adicto al cibersexo. Las neuronas espejo se activan con imágenes, textos, audios sexuales, liberando en el cerebro sustancias como la noradrenalina y la dopamina que produce efectos euforizantes que duran unas dos horas.
El circuito neuronal que se produce es el mismo que provocan otros estímulos como el juego o la droga. Pasa el tiempo y el cerebro comienza a insensibilizarse y requiere mayor cantidad para alcanzar el mismo grado de satisfacción. Más cantidad de droga para sentir lo mismo. Ya no se chatea un día a la semana, se chatea todos los días varias veces con distintas personas.
El cibersexo puede dar lugar a una adicción a la red, que acaba ocasionando aislamiento social, una pérdida de la productividad en el trabajo, preferencia por las relaciones virtuales frente a las reales, así como todas las consecuencias de una adicción como a la pornografía.
Esta adicción puede afectar a personas que cualquier clase social y edad, aunque el perfil del adicto suele ser una persona perteneciente a clases socio-económicas medio-altas con una personalidad buscadora de sensaciones potentes y un cerebro adictivo. Afecta al 8% de la población, el 6% hombres y el 2% mujeres, entre 25 y 50 años y la mitad de todos ellos con una relación de pareja estable, aunque las cifras pueden ser mayores debido a que callan por miedo al rechazo social.
¿En qué momento se convierte en un problema?, según Joan Mir Pizà «Cuando se escapa su control voluntario ya entramos en un trastorno psicopatológico, crónico y grave que se llama ciberadicción sexual. Los pacientes no son capaces de controlar sus impulsos y carecen de conciencia de problema. Con negación y autoengaño van agravando su cuadro».
Las señales de alarma son claras: cambios inesperados de humor, irritabilidad si no puede conectarse, sentimientos de vergüenza y culpa, aislamiento social y familiar, cada vez más tiempo enganchados (hasta altas horas de madrugada, en el trabajo, descuidando otras actividades), obsesión con el tema, intentar parar y no poder…
El precio que debe pagar un adicto al cibersexo es alto:
El 40% pierde a su pareja.
El 36% de las mujeres abortan.
El 27% tienen problemas laborales.
El 68% se arriesga a contagiarse con Enfermedades de Transmisión Sexual.
El 72% general ideas obsesivas suicidas y el 17% lo ha intentado.
El problema radica en que uno puede volverse adicto al cibersexo. Las neuronas espejo se activan con imágenes, textos, audios sexuales, liberando en el cerebro sustancias como la noradrenalina y la dopamina que produce efectos euforizantes que duran unas dos horas.
El circuito neuronal que se produce es el mismo que provocan otros estímulos como el juego o la droga. Pasa el tiempo y el cerebro comienza a insensibilizarse y requiere mayor cantidad para alcanzar el mismo grado de satisfacción. Más cantidad de droga para sentir lo mismo. Ya no se chatea un día a la semana, se chatea todos los días varias veces con distintas personas.
El cibersexo puede dar lugar a una adicción a la red, que acaba ocasionando aislamiento social, una pérdida de la productividad en el trabajo, preferencia por las relaciones virtuales frente a las reales, así como todas las consecuencias de una adicción como a la pornografía.
Esta adicción puede afectar a personas que cualquier clase social y edad, aunque el perfil del adicto suele ser una persona perteneciente a clases socio-económicas medio-altas con una personalidad buscadora de sensaciones potentes y un cerebro adictivo. Afecta al 8% de la población, el 6% hombres y el 2% mujeres, entre 25 y 50 años y la mitad de todos ellos con una relación de pareja estable, aunque las cifras pueden ser mayores debido a que callan por miedo al rechazo social.
¿En qué momento se convierte en un problema?, según Joan Mir Pizà «Cuando se escapa su control voluntario ya entramos en un trastorno psicopatológico, crónico y grave que se llama ciberadicción sexual. Los pacientes no son capaces de controlar sus impulsos y carecen de conciencia de problema. Con negación y autoengaño van agravando su cuadro».
Las señales de alarma son claras: cambios inesperados de humor, irritabilidad si no puede conectarse, sentimientos de vergüenza y culpa, aislamiento social y familiar, cada vez más tiempo enganchados (hasta altas horas de madrugada, en el trabajo, descuidando otras actividades), obsesión con el tema, intentar parar y no poder…
El precio que debe pagar un adicto al cibersexo es alto:
El 40% pierde a su pareja.
El 36% de las mujeres abortan.
El 27% tienen problemas laborales.
El 68% se arriesga a contagiarse con Enfermedades de Transmisión Sexual.
El 72% general ideas obsesivas suicidas y el 17% lo ha intentado.
El 36% de las mujeres abortan.
El 27% tienen problemas laborales.
El 68% se arriesga a contagiarse con Enfermedades de Transmisión Sexual.
El 72% general ideas obsesivas suicidas y el 17% lo ha intentado.
Infidelidad y problemas de pareja
Hay un interesante debate social en torno a si practicar cibersexo es serle infiel a la pareja o no. No hay contacto físico pero sí emocional hasta el punto de que muchos romances virtuales han acabado en romances físicos y amor. Y aunque no hubiera conexión emocional, hay deseo por otra persona hasta el punto de jugar y masturbarse mientras se habla con ella.
Los que alegan que no es infidelidad se defienden argumentando que una fantasía no es lo mismo que la realidad.
De acuerdo con Eduardo Calixto González, médico cirujano por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la infidelidad es «la actividad de reciprocidad afectiva y amorosa, externa al compromiso de una pareja; una ruptura de la exclusividad que se inicia en lo emocional y puede llegar a dar implicaciones sexuales.
Esta actividad tiene como principal componente el ocultamiento de la relación paralela, con base en un engaño sostenido en mentiras y la construcción de una doble actividad de pareja, donde se procura evitar que se conozca la verdad».
El modo más rápido para saber si el cibersexo es ético frente a nuestra relación estable de pareja, es muy sencilla: ¿se lo ocultamos porque, en el fondo, no lo aceptaría? La respuesta es clara. Si aún así deseamos experimentar cibersexo, lo honesto es hablar con nuestra pareja sobre qué toleramos en nuestra relación y qué no. Según Esteban Cañamares, psicólogo y sexólogo experto en relaciones de pareja «Qué practicas son consideradas como una infidelidad y cuáles no, es algo que decide cada pareja, a través de unas normas, explícitas o implícitas, aceptadas al respecto». El 40% de los adictos a cibersexo pierde a su pareja, no es para tomárselo a la ligera.
Hay un interesante debate social en torno a si practicar cibersexo es serle infiel a la pareja o no. No hay contacto físico pero sí emocional hasta el punto de que muchos romances virtuales han acabado en romances físicos y amor. Y aunque no hubiera conexión emocional, hay deseo por otra persona hasta el punto de jugar y masturbarse mientras se habla con ella.
Los que alegan que no es infidelidad se defienden argumentando que una fantasía no es lo mismo que la realidad.
De acuerdo con Eduardo Calixto González, médico cirujano por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la infidelidad es «la actividad de reciprocidad afectiva y amorosa, externa al compromiso de una pareja; una ruptura de la exclusividad que se inicia en lo emocional y puede llegar a dar implicaciones sexuales.
Esta actividad tiene como principal componente el ocultamiento de la relación paralela, con base en un engaño sostenido en mentiras y la construcción de una doble actividad de pareja, donde se procura evitar que se conozca la verdad».
El modo más rápido para saber si el cibersexo es ético frente a nuestra relación estable de pareja, es muy sencilla: ¿se lo ocultamos porque, en el fondo, no lo aceptaría? La respuesta es clara. Si aún así deseamos experimentar cibersexo, lo honesto es hablar con nuestra pareja sobre qué toleramos en nuestra relación y qué no. Según Esteban Cañamares, psicólogo y sexólogo experto en relaciones de pareja «Qué practicas son consideradas como una infidelidad y cuáles no, es algo que decide cada pareja, a través de unas normas, explícitas o implícitas, aceptadas al respecto». El 40% de los adictos a cibersexo pierde a su pareja, no es para tomárselo a la ligera.
¿Tu ordenador es seguro?
En 2011 había al menos 150 millones de ordenadores zombies en el mundo. ¿Qué es un ordenador zombi?.Un ordenador infectado con un malware que puede ser usado por una tercera persona sin que lo sepa el propietario del ordenador; el que infecta puede hacer con él lo que desee, incluyendo, claro está, robar tus fotos y controlar tu web-cam.
Las fotos son un peligro aunque no estén en tu ordenador si las has compartido en Internet.
Muchas están alojadas en nubes, es decir, un conjunto de grandes ordenadores conectados a Internet que son utilizados para almacenar datos, servir páginas web o proporcionar servicios.
Los móviles actuales hacen uso intensivo de la nube, sobre todo para la realización de copias de seguridad de todo lo que hay en nuestros móviles. Aunque sus administradores aseguren la invulnerabilidad de éstas, no es cierto. El caso más reciente fue el del robo masivo de fotos subiditas de tono de famosas por un grupo de hackers que aprovecharon un fallo de seguridad de iCloud, el sistema de almacenamiento en la nube de Apple.
No es el único peligro, hoy en día, millones de ordenadores y móviles han sufrido Creepware, es decir, el control de troyanos de acceso remoto que, entre otras cosas, pueden grabar vídeo usando tu cam, grabar conversaciones a través del micrófono, hacerte fotos y robarte ficheros.
En 2011 había al menos 150 millones de ordenadores zombies en el mundo. ¿Qué es un ordenador zombi?.Un ordenador infectado con un malware que puede ser usado por una tercera persona sin que lo sepa el propietario del ordenador; el que infecta puede hacer con él lo que desee, incluyendo, claro está, robar tus fotos y controlar tu web-cam.
Las fotos son un peligro aunque no estén en tu ordenador si las has compartido en Internet.
Muchas están alojadas en nubes, es decir, un conjunto de grandes ordenadores conectados a Internet que son utilizados para almacenar datos, servir páginas web o proporcionar servicios.
Los móviles actuales hacen uso intensivo de la nube, sobre todo para la realización de copias de seguridad de todo lo que hay en nuestros móviles. Aunque sus administradores aseguren la invulnerabilidad de éstas, no es cierto. El caso más reciente fue el del robo masivo de fotos subiditas de tono de famosas por un grupo de hackers que aprovecharon un fallo de seguridad de iCloud, el sistema de almacenamiento en la nube de Apple.
No es el único peligro, hoy en día, millones de ordenadores y móviles han sufrido Creepware, es decir, el control de troyanos de acceso remoto que, entre otras cosas, pueden grabar vídeo usando tu cam, grabar conversaciones a través del micrófono, hacerte fotos y robarte ficheros.
No juegues con fuego
Estás jugando con un desconocido. No sabes quién es: su edad real, sexo, estado civil ni intenciones. Internet es un territorio perfecto para la depredación, es algo que saben muy bien los miembros de los cuerpos de seguridad del estado que persiguen pederastas que se hacen pasar por adolescentes hasta que se ganan la confianza de su víctima y obtienen fotos, direcciones y números de teléfono. Protege tu identidad y tu seguridad.
Protege también tu corazón y el del otro. Cuando practiques cibersexo debes tener claro qué quieres y
buscas. ¿Sexo?.¿Sentimientos? Una vez que lo tengas claro, asegúrate de que la persona con la que juegas también lo tenga. Las emociones afloran y no es extraño acabar enamorándote o sintiendo algo fuerte por el otro o el otro por ti. ¿Y entonces qué?. El problema viene cuando has mentido sobre ti, cuando eres o el otro es un Catfish, es decir, una persona que crea perfiles personales falsos en redes sociales, con fotos de otras personas e información biográfica falsa. El término viene del documental Catfish, donde Nev Schulman narra su profunda decepción al enamorarse y mantener una relación afectiva con una mujer que no era lo que decía ser.
Ahora se ha convertido en un programa de televisión, Catfish: Mentiras en la Red. Schulman y su amigo, el cineasta Max Joseph, reciben cartas de personas que mantienen una relación afectiva a través de Internet y desean saber si la persona a la que aman es real o un Catfish. Es alarmante comprobar que la mayoría de las veces lo son.
El cibersexo, como cualquier otro uso de Internet, requiere precaución, inteligencia y mano derecha; y como cualquier práctica sexual, empatía, conocimiento de las propias emociones y de los límites que no queremos sobrepasar.
Estás jugando con un desconocido. No sabes quién es: su edad real, sexo, estado civil ni intenciones. Internet es un territorio perfecto para la depredación, es algo que saben muy bien los miembros de los cuerpos de seguridad del estado que persiguen pederastas que se hacen pasar por adolescentes hasta que se ganan la confianza de su víctima y obtienen fotos, direcciones y números de teléfono. Protege tu identidad y tu seguridad.
Protege también tu corazón y el del otro. Cuando practiques cibersexo debes tener claro qué quieres y
buscas. ¿Sexo?.¿Sentimientos? Una vez que lo tengas claro, asegúrate de que la persona con la que juegas también lo tenga. Las emociones afloran y no es extraño acabar enamorándote o sintiendo algo fuerte por el otro o el otro por ti. ¿Y entonces qué?. El problema viene cuando has mentido sobre ti, cuando eres o el otro es un Catfish, es decir, una persona que crea perfiles personales falsos en redes sociales, con fotos de otras personas e información biográfica falsa. El término viene del documental Catfish, donde Nev Schulman narra su profunda decepción al enamorarse y mantener una relación afectiva con una mujer que no era lo que decía ser.
Ahora se ha convertido en un programa de televisión, Catfish: Mentiras en la Red. Schulman y su amigo, el cineasta Max Joseph, reciben cartas de personas que mantienen una relación afectiva a través de Internet y desean saber si la persona a la que aman es real o un Catfish. Es alarmante comprobar que la mayoría de las veces lo son.
El cibersexo, como cualquier otro uso de Internet, requiere precaución, inteligencia y mano derecha; y como cualquier práctica sexual, empatía, conocimiento de las propias emociones y de los límites que no queremos sobrepasar.
Una vez tengamos ésto claro… ¿por qué no?: a jugar
FUENTE:http://www.sexologicos.com/cibersexo-la-imaginacion-al-poder/
FUENTE:http://www.sexologicos.com/cibersexo-la-imaginacion-al-poder/
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